Él tocó con todos, y es uno de los mejores bajistas del Río de la Plata. Este sábado 14 de abril, Rosario recibe con brazos abiertos al bajista, cantante y compositor Daniel Maza, quien se presentará en la trasnoche cultural de Estación Montevideo (Montevideo 1520), a partir de las 01:00 hs.
La infancia y la familia
Daniel Omar Correa Suárez (1959), desde chico Daniel Maza(cote), apodo dado por la junta del barrio, nació en Montevideo (Uruguay). Criado en una familia de músicos y melómanas, desde chico comenzó a tocar la guitarra y otros instrumentos. Entre sus recuerdos de infancia, la música, los sonidos y los encuentros eran cuenta corriente…
M: ¿Cómo eran los sonidos de tu infancia y cómo aparecía la música en ese paisaje de Montevideo?
D: mi casa era muy musical, mi mamá para cada tarea de la casa tenía un estilo de música: para limpiar ponía Celia Cruz, para cocinar la cosa se ponía más brasil, Chico Buarque, y la parte que a mí más me gustaba era la de planchar, donde la cosa se ponía más internacional, escuchaba Matt Monro, Doménico Mudugno, que en aquella época, cuando era chiquito, me gustaba mucho. Mi papá llegaba de trabajar en el frigorífico y lo primero que hacía era ir a regar la quinta y después se bañaba, se picaba unos pepinos de la quinta y se sentaba en el frente a escuchar música en un combinado estereofónico automático que se había comprado, tenía un dealer que le traía discos (risas). Él escuchaba más folklore, le gustaba Los Payadores, pero también escuchaba Celia, el trío Matamoros de Cuba, Los Olivareos, Zitarrosa, Hernán Figueroa Reyes.
Se escuchaba mucha música… También mis tíos tenían un dúo, la Tía Gloria tenía un marido gallego así que en las reuniones sus hijas se disfrazaban y cantaban canciones españolas. Estaba rodeado de música todo el día.
M: Tu familia era muy festiva, de reunirse y todo eso… ¿no?
D: Sí! Todos los domingo había reunión, y después me di cuenta que la reunión era una excusa para una sobremesa que duraba hasta las 7 de la noche con guitarreada, con los tíos cantando. Todos los domingos cantaban las mismas canciones, ya sabían todos los punteos, quién se equivocaba y en dónde (risas)… También me gustaba la previa, porque caía el tío Chapeco y lo ayudaba a hacer los chorizos antes de hacer el asado… Todavía me acuerdo del carrito del vermut con la picada, eso fue increíble, y pasaba todos los fines de semana…
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Por los años 80 se radica en Argentina y comienza su carrera artística que lo llevó a compartir «Jam Sessions» con Ray Barreto, Simon Phillips, Djavan, Steve Lukather (Toto), Jeff Andrews y Richie Morales, fue convocado por Celia Cruz, integró grupos con Horacio Fontova, Luis Salinas, Edelmiro Molinari, para mencionar algunos… Pero antes de todo eso, en su Montevideo natal, hubieron otras pasiones…
La música y el fútbol
M: En esa época, en tu infancia, también tenías la pasión por jugar al fútbol, ¿no?
D: Sí, yo llegué a jugar en Cerro, jugué en la cuarta, pasé a jugar en la quinta, alguna vez jugué de suplente en primera, pero en esa época yo estudiaba en una escuela muy cara, porque estaba la dictadura y cada vez que iba a la escuela industrial (acá se dice técnica), y cada dos días me llevaban preso, entonces mi papá me cambió a una escuela privada que era muy cara. Para ir a entrenar tenía que faltar 3 veces por semana, entonces la cosa era seguir estudiando o jugar al fútbol. Por él decidí que iba a terminar de estudiar y ahí tengo un diploma guardado que nunca lo usé (risas)…
M: y hubo algún momento en que te decidieras a hacer música para toda la vida.
D: Nunca pensé si hubo un momento, pero sí sé que toda mi alegría pasaba por la música y el fútbol. Pero en un momento empecé a tocar y tocar y le tenía que pedir permiso a mi papá para salir a la tablada, al carnaval, porque era menor y había que ir al consejo del niño a firmar un permiso, y después armamos el grupo con los del barrio. Es decir, siempre estuve con la música, cuando me quise acordar ya me vine para acá, y resultó que estando acá yo trabajaba en un taller y tocaba, hasta que un día empecé a tocar en un lugar donde conocí a Luis Salinas y empecé a pensar vivir de la música. Cuando me di cuenta estaba viviendo de ésto, tocando.
Lo que nunca pensé es que en algún momento iba a entrar en algún lugar y la gente diga: “Mirá ese es Maza”, o que me iban a parar en la calle para sacar una foto. Aparte a mí me da vergüenza eso, pero lo valoro muchísimo, porque para mí es increíble.
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Las vicisitudes
Hoy Daniel Maza cuenta con ocho producciones discográficas, pero el camino no siempre fue color de rosas y las épocas de necesidad le hicieron valorar los momentos de cosecha.
M: Y cómo fue el momento anterior a que puedas vivir de la música, como fue sostener ese proceso hasta que pudiste vivir de eso.
D: Y fue bastante duro porque yo trabajaba en un taller haciendo silenciadores de coche, era soldador, haciendo algo totalmente distinto, algo que no iba con la carrera de músico, vivía con las manos cortadas, quemadas, pero era lo que sabía hacer. Además, cuando yo nací ya tenía tres hijos, tuve hijos muy joven y tenía que facturar. A la par de eso iba tocando donde podía, a veces ganado un poco, a veces no. Cuando me quise acordar me habían llamado para tocar en la bailanta, el primer auge de la bailanta con un cantante que se llamaba Darío con Darío el que llegamos a hacer 22 o 25 bailes por fin de semana. Yo siempre digo que ahí comenzamos a comer con aceite y fue una época en la que venía de no pasarla muy bien, a pasarla muy bien. Llevaba a mis hijos todos los días al Italpark porque ellos no habían salido mucho, y yo ahí tenía tarjeta de crédito… Era un descontrol (risas)…
M: Te afectó ese cambio, pudiste controlarlo, o te desestabilizó también.
D: No, para nada, siempre fue lo mismo, porque la música lo que tiene es que un día estás en ese plan y pasó un mes y estás sin laburo, si no guardaste algo te come el león, entonces hay que ahorrar. Antes no pensaba así, vivía al día, pero con los años me di cuenta que hay que guardar. Si el músico se enferma, si le pasa algo, no tiene nada. Hoy ha cambiado la cosa, uno tiene que pagar jubilación, ganancia, está más organizada la cosa, antes no era así. Pero a mí no me cambió en nada, es una de las cosas que me ponen bastante orgulloso.
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La Música
M: ¿podría existir la vida sin música?
D: Y… sería espantoso… Fijate que uno si quiere puede musicalizar hasta un momento espantosamente triste, en una tragedia en el fondo hay una música, y ves algo que es sumamente feliz y hay música, siempre hay música. Si no estuviera habría un vacío espantoso. De hecho en algunos países en los momentos más tristes, cuando alguien muere, festejan con música. Lo que sí me preocupa es que no se le de a la música la importancia que tiene, eso me preocupa. Todo el tiempo la cosa es hacer música con una maquinita, no es así. Debería tener la importancia que debería tener, que la música y los músicos son tipos importantes, sensibles, y que atrás de un concierto hay mucho trabajo, estudio, horas de ensayo. Yo tengo muchos alumnos y veo los sacrificios que hacen, algunos vienen de muy lejos, de Rosario, de Neuquén, un sacrificio.
Yo creo que la gente en los conciertos se da cuenta cuando vos sos honesto con lo que hacés y eso hace que se enganchen, después hay determinado tipos de música, hay gente que le gusta Arjona, Luciano Pereyra, el Pipi Piazolla… Yo hace mucho tiempo, sin darme cuenta, empecé a tocar música para gente, porque antes yo tocaba música para los músicos, donde en los conciertos los músicos se iban y habían entendido todo, pero la gente se iba y no entendía, y yo eso lo hice sin darme cuenta, porque a mí me gusta ir a los conciertos y que los músicos toquen para mí, como público. Y de pronto me empezó a pasar que venía una señora y me decía: “Me gustó el tema que hiciste para tu hijo” o “Me gustó el tema que hiciste para tu gato”, y eso pasa cuando la gente entendió, se divirtió, se emocionó, y es lógico, entonces, que cuando uno termina de tocar la gente tenga un cariño con el artista. Yo eso lo disfruto muchísimo.
Bonus Track
- Una anécdota que olvidar
- Una invitación a tocar que te emocionó:
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Daniel Maza en Rosario
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