La armónica lo llevó a la fama nacional e internacional, pero sus comienzos se forjaron en la batería y la percusión. Instrumentista, intérprete de la armónica, compositor y cantor, el rosarino Franco Luciani, compartirá unos temas en la última Sacha Peña del año.

En una cálida e íntima charla, nos contó sobre su camino recorrido en la música y sus recuerdos de infancia en la ciudad de Rosario.

Por Mariela Balbazoni


M: Tomaste el gusto por la música por tu papá que era un gran escuchador, ¿no? ¿Qué recuerdos tenés de tu infancia?

F: Los recuerdos que tengo son los de las reuniones que solía tener mi viejo con sus amigos a escuchar música. Mi viejo se la pasaba escuchando música a todo volumen, por ahí discutía un poco con mi vieja, ella no tenía ese amor por escuchar la música (risas).

La música estuvo siempre en la familia, mi abuelo Orlando, el padre de mi viejo, era cantante lírico, y Domingo, el de mi vieja, era director de banda militar, así que la música viene por los dos lados… Pero lo de escuchar música, era de mi viejo, y de hecho sigue hoy: el mejor regalo que le puedo hacer a mi viejo es un disco, o un auricular o algo que esté relacionado con escuchar música; fue algo que siempre compartió (y sigue compartiendo) con los hijos. Aparte, tuve la suerte de escuchar todas las músicas, con una preferencia al jazz o al rock, principalmente rock británico, pero de todo: folklore, tango, clásico, jazz, rock, música del mundo, pop, lo que sea.

 

M: Y empezaste muy chiquito, ¿no?

F: Sí, a los 5 años, más o menos. Mi tío Darío, el hermano de mi viejo, era músico activo y en la época de los 70 se fue a Europa (aún hoy es músico allá en Francia y mis primos, sus hijos, también son músicos), y dejó en la casa de mi abuela su batería, encerrada en los estuches… Para mí era todo un misterio alrededor de la música: “¿Qué hay ahí?” “Ahí está la batería que dejó el tío pero no se puede tocar…”.

 

M: ¿De ahí viene la percusión? Porque vos primero fuiste percusionista…

F: Las dos cosas, percusionista y baterista. Eso tuvo mucho que ver en los comienzos, lo primero que empecé tocando de chico fue el bombo legüero, que seguramente tiene que ver con esta influencia de mi tío. Cuando tenía 5 o 6 años, en mi familia empezaron a regalar esos bombitos chiquitos (que son casi un souvenir pero que para un niño está buenísimo) y yo me ponía a tocar sobre las grabaciones que había en los cassettes. Me acuerdo de dos principalmente: uno de Don Sixto Palavecino, con el coro de los niños Quichua, y otro de Los Arrolleños, de la época de “Que se vengan los chicos”. Estamos hablando de música infantil, digamos, folklore de primer nivel, pero apuntado a los niños. Así que me encontré con todo eso y un poco seguí la herencia de mi tío, con la batería y la percusión.

 

M: ¿En algún punto esa cuestión de la música en tu familia te significó una carga o responsabilidad extra?

F: Mirá, un poco de eso siempre hay, pero depende de uno cómo lo maneja. Si bien el contacto familiar con la música te ayuda y te hace crecer, te da un montón de información (que yo agradezco que la tuve), también tiene su precio, en el buen sentido, claro. Cuando uno se empieza a meter en la música y hacer cosas, la gente que te rodea te observa y da consejos, pasa en cualquier actividad, más que nada con las actividades artísticas y deportivas. Siempre hay que saber manejarlo porque si uno no lo controla puede llegar a ser un peso…

Hoy día, cuando bajo de un escenario, entre tantos reconocimientos, por ahí mi viejo con una crítica (risas), pero en el buen sentido, tampoco lo tomo para mal… No pasó en su momento y menos ahora.

 

M: Tu formación académica fue en batería y percusión, y estudiaste muchos años, pero ser Revelación de Cosquín en el 2002 con la armónica te llevó por otro camino… ¿Cómo fue ese cambio?

F: Ahora que lo miro a la distancia fue un cambio fuerte, pero a su vez se fue preparando de una u otra manera, y lo de Cosquín fue la gota que rebalsó el vaso . Yo empiezo a estudiar batería y percusión de muy chico en la Escuela Municipal, después en la Provincial y después en la Siberia (en la Universidad); la armónica apareció en mí de manera muy tímida, creo que en la Escuela Provincial, cuando estaba terminando la secundaria. Todos los músicos tocamos, por lo menos de gusto, un instrumento más, porque es un crecimiento muy importante para nuestro desarrollo, es como un jugador de fútbol que en las prácticas prueba otra posición. No recuerdo con exactitud cuál fue la primer armónica, pero sí recuerdo que me llegó una y empecé a sacar melodías, y que mi viejo me escuchaba y me decía “a ver… sacá esta melodía… sacá esta otra”.

Yo trabajaba con mi viejo, incluso, como distribuidores de productos en una camioneta, y mientras íbamos de un local a otro yo iba tocando la armónica. Mi viejo siempre me decía que tenía facilidad para un instrumento melódico, y a mi eso me hizo ruido, a tal punto que empecé a sacar más cosas, me entusiasmé y empecé a usar más la armónica, incluso cuando todavía me dedicaba a full a la batería y la percusión. En algunos proyectos, donde era baterista y percusionista, tocaba un par de temas con la armónica y era un detalle que quedaba muy lindo y me lo destacaban muchísimo.

Entonces, en el año 2001 decido armar un proyecto, en ese momento netamente folclóric0 (que es lo que terminó siendo Franco Luciani y La Tropa), y me acuerdo que a menos de un año me presento en el Pre-Cosquín y lo gano, lo cual fue una sorpresa porque yo todavía era alumno avanzado e intérprete activo de la batería y la percusión… Pero no sólo gano el rubro como solista instrumental, sino que también gano como revelación. Eso fue la gota que rebalsó el vaso.

 

M: Cada músico tiene una relación especial con el instrumento… ¿Cómo es tu relación con la armónica en el día a día?

F: Bueno, en el día a día depende mucho de la situación, de lo que esté haciendo, de la época, si estoy grabando o si estoy de gira. Cuando no estoy con ninguna de las dos, por ahí sí me paro en frente del atril a estudiar, sino, no.

La armónica es un instrumento que te permite una relación muy cercana, porque es muy portátil y uno lo puede llevar y tocar en cualquier lado. Eso permite una relación de todo momento. Es un instrumento que tiene fama de ser fácil, pero hay un dicho que dice que “la armónica es un instrumento fácil de tocar, pero muy difícil de tocar bien”. Eso pasa porque tiene armados los acordes esenciales de nuestra armonía occidental, entonces soplas y algo sale, digamos, no erraste ninguna nota (risas), para hacer alguna melodía muy simple, es accesible, pero de ahí al desarrollo del instrumento, es otra cosa.

 

M: Uno generalmente asocia la armónica más con el rock y el blues… ¿Hay un sonido de la armónica argentina?

F: Sí, definitivamente. Es verdad que la primer asociación que se hace de la armónica es, como decís, en el blues y en el folk estadounidense, pero tengamos en cuenta que también son folklóricos. La armónica, llega antes al folklore de Estados Unidos, pero no mucho antes que al de argentina, porque nosotros tenemos una influencia muy grande de las inmigraciones de fin de 1800, principios de 1900, y en esos barcos que llegaban a nuestros puertos desde Europa, la armónica ya venía, entre tantos otros instrumentos, como el bandoneón o el acordeón… Te digo más, es muy probable que en un principio haya llegado antes que otros instrumentos, porque es de fácil traslado, y lo haya tardado es que se convierta en el instrumento del tipo que está en la tapa del disco… Una explicación de esto es que la armónica, muy a principios de siglo, todavía no estaba desarrollada como un instrumento cromático, tal vez eso la rezagó con respecto a otros instrumentos. A lo que quiero llegar, es que si leemos un libro sobre la cuestión antropológica del folklore o del tango, vamos a ver que cuando habla de los primeros formatos, la armónica estaba, y esto hace que tenga un sonido argentino.

El bandoneón está en todo nuestro mapa argentino, incluso mucho en Uruguay, y el acordeón está en todo el continente americano, la armónica es de la familia del acordeón y el bandoneón, pero no quiere decir que en todos los países de América haya un sonido de la armónica propio. Eso sí lo tenemos nosotros, los argentinos.

 

M: ¿Y tus maestros quiénes fueron?

F: Maestros de armónica, puntualmente, no tuve. Lo que pasa es que yo utilicé mis elementos teóricos y técnicos de la música que aprendí de chico. En Rosario tenemos al querido Walter Gómez, con él no tomé clases, pero sí nos juntamos más de una vez a charlar y a compartir. Sí he tomado clases de improvisación con Diego Schissi o Mariano Loiácono, pero eso más allá del instrumento…

 

M: O sea que sos un poco autodidacta con el instrumento en sí…

F: Soy un autodidacta a medias, porque cuando yo estudiaba sabía leer y escribir música, pero no conseguía material de armónica, entonces iba a las bibliotecas de los lugares donde estudiaba y pedía, por ejemplo, partitura de flauta traversa, que se lee en clave de sol, o de violín, y tocaba con eso. Me fui haciendo solo a medias, por el conocimiento de la música, no es que toco de oído…

 

M: ¿En qué barrio de Rosario creciste?

F: En el centro… Mis primeros años, 4 ó 5, fueron en Rosario Norte, en Avenida del Valle, pero casi no tengo recuerdos. Después ya me fui a vivir a la zona de Italia y 3 de Febrero, hice la primaria en la escuela Leandro N. Alem, que está en Italia entre 3 de Febrero y Mendoza, y la secundaria en el Nacional 1. También es mi barrio el que está cerca del Parque España, por Entre Ríos, Salta o Catamarca, ahí era la casa de mi abuela y donde yo tenía la batería.

 

M: ¡Ah mira! ¿Y por qué no estaba en tu casa la batería?

F: Bueno, porque mi casa era más chica y mi abuela tenía un altillo, y porque ahí es donde habían vivido mi viejo y mi tío, donde iba y escuchaba vocalizar los ejercicios líricos a mi abuelo, ya de grande, sin necesidad profesional…

 

M: Como el centro de reunión musical de la familia, diríamos.

F: Totalmente! Aparte en lo de mi abuela nosotros teníamos la costumbre de juntarnos a comer… Fue muy importante ella en mi vida, mis viejos laburaron mucho siempre, incluso mi vieja, hasta altas horas de la noche como docente en los EMPAS, entonces estaba mucho en lo de mi abuela.

 

M: El 2 de diciembre vas a estar tocando en la última Sacha Peña, en Rosario… ¿Qué sentís cuando volvés y tocás en tu ciudad?

F: Bueno, me encanta, a nivel música y a nivel cultural, también. Rosario es un orgullo para los rosarinos. Siempre es una prueba hacer algo artístico y cultural a Rosario, siempre lo es. Y después la carga emocional de haber tocado en varios lugares y reencontrar gente, recordar los primeros conciertos…

En este caso voy a compartir ahí con los Ñaupa Cunan, con el amigo Bruno Resino, va a ser una noche netamente folklórica… Me encanta ese formato, muy criollo, santiagueño… Además, está en la percusión y la dirección Bruno, que es un gran percusionista y con el cual trabajo mucho. En muchas ocasiones, cuando me decido por incluir alguna percusión, lo hago con él, es un gran profesional así que va a ser muy lindo también volver a encontrarnos.

Además, me gusta este concepto de peña, que es una cosa que nos tiene que dar mucho orgullo, porque no pasa en cualquier lugar del mundo, esta comunión constante de la música y la danza, de todas las generaciones, así que va a ser muy lindo vivenciar eso.

 

M: Muchas gracias Franco.

F: Por favor, gracias a vos.

Un comentario para “La armónica apareció en mí de manera muy tímida | Franco Luciani, íntimo.

  1. ERNESTO dice:

    UN MOUSTRUO Y BIEN NUESTRO.

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