A bandoneón y guitarra, los hermanos misioneros Juan y Marcos hicieron de Los Núñez un emblema de la música litoraleña con 32 años de sentida labor. De la mano de su cuarto disco Yvy Purahéi (Canto de la tierra), la dupla profundiza su lazo con las comunidades que defienden el territorio de las políticas de saqueo.


“Los habitantes de las comunidades son custodios naturales del territorio y del cuidado del ambiente y nosotros con la música y con el arte buscamos conectarnos con eso y poder decir algo”, anuncia Juan Ramón «Pico» Núñez, bandoneonista y mitad de Los Núñez, dúo filial misionero que con el reciente Yvy Purahéi (Canto de la tierra) está cerrando su primera tetralogía discográfica.

Para poder corporizar esa premisa, el álbum incluye la musicalización propia en clave de gualambao del poema La selva, la eterna niña, de Marcial Paredez miembro de la comunidad Yvy Pyta (Tierra Colorada), una experiencia que los hermanos aseguran a De Coplas, “nos dio la posibilidad de conectar desde otro lugar”.

Desde Posadas y a través del Zoom, el guitarrista Marcos «Chavo» Núnez abunda: “con Marcial ya habíamos compartido en otros proyectos, en películas, en encuentros, pero como además lleva adelante su carrera de antropología social y también está dispuesto a ser un poco el nexo entre la comunidad y nosotros, nos posibilitó conocer de cerca a la comunidad guaraní y su cosmovisión con todo lo que eso representa”.

Su hermano, casi cuatro años mayor, subraya: “Esa participación de Marcial fue como un disparador, como poner sobre la mesa todo este concepto que venimos abordando desde Tierra de Agua (primera placa fechada en 2008) como una búsqueda para que la música sea como una herramienta de construcción para comunicar un mensaje y para que la gente pueda reflexionar”.

Enseguida y consultados acerca de su propia vivencia como misioneros en una tierra tan exuberante como surcada por proyectos extractivistas, sostienen sin eufemismos: “Nosotros vivimos en una provincia que tiene mucha naturaleza y donde estas luchas se vienen dando hace muchos años y hay que continuarlas y seguir trabajando, sobre todo desde el punto de vista de la conciencia y de proteger y acompañar a las comunidades que en algún punto quedan en el medio de todo esto”.

La selva, la eterna niña cierra un material con otras 13 piezas donde la formación estable se completa con Diego Velázquez (bajo) y Facundo Guevara (percusión) y añade las participaciones de Nahuel Pennisi (voz y guitarra en Posadeña Linda, de Ramón Ayala), Antonio Tarragó Ros (composición y voz en la galopa Dónde vuela el río y acordeón en su composición Polkita Misionera), y hasta los Bersuit «Cóndor» Sbarbati y Dani Suarez (voces en Mi Serenata, rasguido doble de Fermín Fierro).

Sobre estas presencias, el guitarrista celebra que “por un lado el maestro Antonio vino al estudio y pudimos grabar dos temas que ciertamente ya son clásicos de la música del Litoral y los demás se han sumado muy gentilmente para hacer música de autores misioneros, algo que para nosotros es muy importante porque es una identidad que nos representa, porque genuinamente nos sentimos embajadores naturales de nuestra región y de alguna manera se sumaron a compartir nuestra tierra colorada”.

Entre la obra propia de Los Núñez en Yvy Purahéi (Canto de la tierra) se cuentan los chamamés Paraje Pindapoy y El Canto del zorzal (junto también a Alberto Ferreira); el chotis Colonia Barrerito y el rasguido doble Mañanita posadeña (en cuya creación tomó parte Cacho Bernal).

 

Una tradición en movimiento

Los Núñez, nacidos en Campo Viera, llevan más de tres décadas de actividad en que, recogiendo el legado de bisabuelos músicos que atravesó además a las siguientes generaciones, se plasmó en otros discos como Chamamé y 3 Fronteras, les pemitió sonar en escenarios del mundo y confluir con colegas de la estatura de Ramón Ayala, Raúl Barboza, Mercedes Sosa, Teresa Parodi, Chango Farías Gomez, Chango Spasiuk, Peteco Carabajal, León Gieco, Gustavo Santaolalla, Ariel Ramírez, Litto Nebbia, Pedro Aznar, Los de Imaguaré, La Delio Valdez, Horacio Castillo, Julián Zini, Mario Bofill, Rudi y Nini Flores, BB Kramer, Antonio Gringo, Renato Borguetti, Diego Guerro y Al Di Meola, por citar apenas algunos de esos cruces en vivo o en estudios de grabación.

Acerca de ese camino, Juan afirma: “Nosotros venimos de una tradición que tratamos de llevar adelante y de mantener viva como muestra de la identidad y la manera de ser de Misiones que es una provincia pequeña, joven, pero que también tiene muchísimo para compartir y para dar”.

-¿Cómo convive en ustedes el hecho de ser herederos de una tradición pero a la vez proponer cosas nuevas?

-Creo que desde que nos iniciamos ha sido un desafío tremendo, porque siempre al comienzo buscábamos referencias de los grandes maestros como Isaco Abitbol, Tránsito Cocomarola, Ernesto Montiel, pero después, bueno, nos fuimos dando cuenta que teníamos que tener nuestro sonido, el sonido de Los Núñez porque así como los grandes maestros han dejado una tradición y han dejado un sonido, nosotros también quisimos proponer un sonido, una composición y una identidad, una marca propia.

-Supongo que no habrá sido sencillo…

-Obviamente que hemos tenido muchísimas dificultades, muchísimos problemas, pero yo creo que con el transcurrir del tiempo la gente, incluso aquella que por ahí maneja cierta ortodoxia o está muy apegada a lo tradicional, en la actualidad baila composiciones nuestras y hay ballets que han adoptado también nuestra música. Por suerte ya empezó a cambiar ese concepto de disputa entre lo tradicional y lo vanguardista y pudieron aceptar nuestra manera de tocar, de componer y de expresarnos desde nuestros lugares en un trabajo que tiene que seguir construyendo y aportando por sobre todas las cosas.

-¿Y qué aspectos creen que destaca de lo que es su manera de componer, de tocar, de dar forma al estilo de Los Núñez?

-Yo creo que dentro de todo sigue siendo un estilo personal tradicional con algunos aspectos de sonidos actuales, porque dentro de lo que tiene que ver con la música que hacemos nosotros, somos muy jóvenes todavía y el abordaje de la guitarra y el bandoneón está muy metido en toda la paleta de colores y de sonoridades del folclore nacional pero, a la vez, muy cargado de mucha tierra colorada. Entonces no sé si es totalmente vanguardista o futurista, simplemente tratamos de que sea lo más natural posible y que haya gente que se sienta tocada con lo que hacemos y con lo que proponemos.

-¿Cómo balancean la cosa para que ese color local pueda alcanzar también un carácter universal?

-Uno de los puntos al que tratamos de darle un valor muy fuerte desde lo estético y desde la composición es al del desarrollo de cada tema porque tradicionalmente eso tiene una forma y nosotros tratamos de darle una vueltita de rosca al abordaje a la hora de componer y siempre, siempre queremos darle un plus más. En este disco, por ejemplo, ha participado Facundo Guevara que es un percusionista enorme, uno de los grandes que tenemos en el país, quien desde el bagaje cultural que trae a partir de su instrumento nos ayuda a continuar con ese crecimiento, a continuar con esta marca que proponemos Los Núñez.

-Con esta trayectoria y sus derivas ¿Les pesa ser referentes de la música misionera, de la escena del Litoral?

-Siempre desde nuestro lugar estamos tratando de proponer para llevar adelante nuestro proyecto y más que nada también para articular con otros colegas como lo hacemos con un espacio que se llama El Patio de los Núñez al que llegan a participar artistas del interior de la provincia y en el que somos generadores de ese contacto con la prensa y con el público y para que haya un primer escenario que es algo que nosotros buscamos y no encontramos. Así que tomamos con responsabilidad ese rol de ser transmisores de aquella historia y a la vez compartir con las nuevas generaciones.

Los Núñez junto a Diego Velázquez. Fotos: Gentileza de los artistas

-¿Y cómo se llevan con el hecho de que muchas veces la música del Litoral aparece incluso en las márgenes de lo que es la propia escena folclórica?

-Hay algo que pasa y viene pasando hace muchos años y es que la presencia de la música del Litoral es muy mínima en los grandes festivales y parece la hermanita menor del folclore porque es la música que escuchaba la empleada. Pero yo siento que igual ha tomado muchísima presencia dentro de la escena a través de grandes propuestas y del trabajo que han hecho los grandes maestros y con la continuidad de la Fiesta del Chamamé como vidriera de alcance nacional. Sería importante para las músicas de todas las regiones no quedarse solamente en su lugar sino poder hermanarse con las demás regiones para conocerse más y así hacer un aporte a toda la cultura.

-¿Los festivales son un lugar que a ustedes los incita a mostrar todo lo que propone Los Núñez?

-Siento que es todo un desafío porque pareciera que tenés que subir y pedir sapucay y palmas y por ahí nosotros lo abordamos más desde lo estético y tratamos de ir por otro lado para que la gente pueda apreciar lo que hacemos desde una buena puesta escénica, aprovechando las pantallas e invitando a la danza para que se articule con la música y el canto. Entonces, siempre trabajamos en esa dirección de que la gente se lleve algo del sonido que vamos proponiendo aunque el tiempo de actuación sea muy acotado.

 

De película

La singular apuesta estética de estos talentosos hermanos ya tiene una expresión audiovisual con El Sonido de Los Núñez-3 Fronteras, pero el dúo piensa seguir profundizando en esa faceta porque como apunta el bandoneonista “es importantísimo que la gente pueda ver el trabajo creativo y todo un proceso que por ahí no es tan fácil de comunicar y que gracias a una película llega directamente a las personas”.

En esa vertiente, Marcos anuncia que “estamos trabajando en una película documental que tiene que ver con nuestra relación con los grandes maestros que vivieron y han pasado por la provincia y también acerca de la relación nuestra con la música desde gurisitos”.

El instrumento audiovisual se añade como elemento central para sostener la decisión vital de seguir produciendo y sonando desde Misiones, esquivando las luces de las grandes ciudades. “Quedarnos en Misiones fue una decisión que tomamos hace ya un par de añitos tras haber estado mucho en Buenos Aires y también viajando un montón. Entonces dijimos ‘vamos a quedarnos un poco en la tierra’ y aprovechando las posibilidades tecnológicas decidimos desarrollar nuestra carrera desde acá, que es todo un desafío también, pero por otro lado somos muy familieros y queremos nuestro lugar para decidirnos por tener una pata muy fuerte aquí en la tierra colorada”, puntualiza Juan.

 

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