Docente y cantora, Cristina Paredes es una voz que alza su bandera de lucha y resistencia desde Tilcara. El racismo, el feminismo, la megaminería, el aborto, son algunos de los temas que trata en sus canciones. Editó Así soy cuando yo quiero, disco que engloba coplas propias y reversiones.
Cristina Paredes no es solo una cantora de Tilcara (Jujuy), sino que es también una militante, una música con conciencia social, que lleva su canto como instrumento para debatir sobre la megaminería, la realidad de los pueblos originarios, la cultura y naturaleza, el aborto y discusiones sobre el racismo y el feminismo. En estos tiempos en los que pareciera que ya no existe más el compromiso del artista, ella demuestra que no es así.
Pertenece a la comunidad coya, canta y es docente, con una carrera de 30 años. Su madre era coplera y con ella compartían tonadas tarijeñas, salteñas y el folklore del noroeste. Con el tiempo fue conociendo la obra de Mercedes Sosa, Violeta Parra, también de León Gieco, Víctor Heredia, Peteco Carabajal, y folkloristas bolivianos: todo ello fue influenciando en su música actual. Fue alumna de Gustavo Patiño en Tilcara, quien la invitó a cantar por primera vez en un escenario por el año 1987.
En su disco Así soy cuando yo quiero, demuestra su vínculo con la tierra y las luchas sociales, donde transitan mujeres latinoamericanas, con temas como Dignificada, de Lila Downs y otros como Manos de mujeres, Amorosa palomita o Cholita de ojos azules.
– Contanos cómo fueron tus comienzos con la música y cuándo decidiste dedicarte en forma profesional, tanto desde la docencia como cantora.
– Comencé desde muy chica en la Escuela Secundaria acá en Tilcara y comencé a cantar en los actos y ahí me escuchó Gustavo Patiño, que era profesor ahí en el secundario. Y luego, en el año 87, tuve mi primera actuación como invitada de Gustavo Patiño y su grupo, estuve cantando por primera vez con público en el Teatro Mitre de San Salvador de Jujuy. Y desde ahí empecé como solista. Siempre Gustavo me llevaba a los conciertos que él realizaba acá en la provincia de Jujuy y en otras provincias del NOA. Así que ahí fueron mis comienzos como cantante.
– ¿Cómo atraviesa en tu canto la militancia por los pueblos originarios?
– Para mi la música y el canto están unidos. Antes tocaba y cantaba con la guitarra canciones de folklore pero lo que primeramente aprendí es a meterme en la rueda de copleros, porque mi madre era cantora. En los Carnavales o para la Pachamama hacíamos ruedas de canto con caja, valorando y visibilizando nuestra cultura también, nuestros ancestros. Desde ahí siempre fue así para mi: natural.
Además yo fui maestra de grado, entonces ahí las coplas tenían mucho poder y mucha facilidad de escribir. Armaba las coplas con lo que me había enseñado mi madre, mis tías, mis abuelas, todas eran copleras, desde muy chiquita aprendí de ellas. Eso es parte de la lucha de nuestra cultura, por nuestros pueblos originarios, yo siempre estoy escribiendo coplas para denunciar, para resistir, para seguir cuidando a la Pachamama y cuidando nuestros recursos.
– En tu disco hacés la canción de Gustavo Patiño, Escondido en mi país. ¿Con eso querés contar las historias ocultas de nuestra Argentina, las luchas por la megaminería, por el racismo? ¿Cómo es mostrar ese otro país en la música?
– Sí, en el álbum está este tema de Gustavo Patiño, Escondido en Mi País, que lo incorporé porque realmente habla de todo el interior, de todo lo que somos, que no es una Argentina sola que vino de los barcos. Tenemos que reconocer nuestras raíces y que Argentina es marrón, de que somos indios, originarios, estamos en todo lo que es el territorio. Este escondido describe bastante bien todo lo que somos los argentinos, por eso lo incorporé. Y porque también quería homenajearlo un poco y en agradecimiento de mis primeros pasos en la música, en el canto, al autor y amigo Gustavo Patiño.
– Haces el tema Dignificada de Lila Downs, y también tu canción Mujeres de mi vida y Manos de mujeres de Marta Gómez. ¿Considerás que es importante y necesario destacar el rol de la mujer y el feminismo desde la música folclórica? ¿Cómo llevas adelante ese camino?
– Tanto Dignificada como Manos de Mujeres son canciones que a mí me abrieron camino en esta lucha de la resistencia de las mujeres que salimos a denunciar todos los años el 3 de junio. Son canciones que están compuestas por mujeres que admiro, como Marta Gómez y aportan a la lucha por el cupo femenino en los escenarios. Ya desde hace nueve años, con la compañera música y compositora Micaela Chauque realizamos el Jallalla Warmi. Es un encuentro de artistas mujeres acá en Tilcara que hacemos en enero para visibilizar nuestro trabajo, para valorizar el trabajo de la música, de las mujeres, del arte de las mujeres. Así que con estas canciones luego empecé en esos años cuando estuve en Córdoba a rescatar autoras, a hacer mis propias letras, mis canciones para decir lo que nos pasa a las mujeres y a las diversidades.
El tema de Lila Downs Dignificada lo reversionamos a partir de que nos reuníamos y nos juntamos en Córdoba (estuve viviendo 32 años en Córdoba, ahora estoy de regreso en Tilcara). Fue ahí que con las compañeras docentes que sabíamos música nos agrupábamos para preparar canciones. Las reversionábamos para salir a militar en las calles y a las marchas del 3 de junio contra la violencia de género, contra los homicidios, la trata, contra toda la violencia que existe por ser mujer. Entonces, ahí surgió hacer un rap y cambiar la parte del recitado de la canción original de Lila Downs. Tuvimos que pedirle permiso a ella, nos autorizó y le encantó después la versión que hicimos, así que ese es un tema ícono nuestro. Es un canto de lucha, de resistencia de las mujeres.
También en este disco está el tema de Manos de mujeres, homenajeando a mi madre que fue hilandera, tejedora. Ella hacía sus propias prendas, nos hacía a nosotras las prendas, tejía con lana de llama, lana de oveja y todo lo hacía artesanalmente. Aparte que era agricultora, tenía su multirrubro, mi madre hacía de todo y mis hermanas también, aprendieron todas a realizar las labores que mi madre les enseñaba, nos enseñaba todas. Manos de mujeres es un homenaje a mis ancestras, mis hermanas, mi madre, mis tías, mis abuelas, aunque yo no aprendí mucho de sus labores, pero sí heredé el canto para decir y denunciar todo lo que nos pasa.
– ¿Cómo fue la experiencia de tocar en el Centro Cultural Kirchner, en el Ciclo Territorios del Canto del año 2023, con grandes cantoras de todo el país y pueblos originarios?
– Tuve la alegría de participar gracias a los encuentros de mujeres músicas que se hacían en Santiago del Estero. Este año se hizo el Sexto Encuentro en Santiago del Estero. La Asociación de Música de Mujeres de Santiago nos invitan a nivel nacional e internacional y nos llegamos todas las músicas mujeres a hacer nuestras canciones, nuestras propias músicas. Yo en un principio era solo intérprete y ahora, gracias al encuentro que se realiza allí, pude comenzar a escribir mis propias canciones. Ahí también hacemos de trinchera, nos juntamos, aunamos fuerzas para seguir visibilizando y valorizando nuestro trabajo.
En esos encuentros conocí a Estefi Cajeao y a otras compañeras que, mediante ellas, pudimos llegar al CCK, a tocar allí. Dos años estuve en la Ballena Azul participando de concierto en el mes de la mujer, Nosotras movemos el mundo. Para mí ha sido realmente muy humano, me sentí muy bien estar ahí, de que a nivel nacional o desde la Dirección de Cultura de la Nación reconociera nuestro trabajo. Con el espectáculo Territorios del Canto éramos todas mujeres de pueblos originarios. Lo mío es más que agradecimiento por el reconocimiento y la visibilización de nuestras compañeras que somos de pueblos originarios y que también trabajamos con la música.