Siempre entre la música de raíz y los sonidos contemporáneos, Mariana Baraj editó Tus ojos (2023), su décimo disco solista. Además, este año presentó Fuego legüero con Cocaibica, un trío junto a su hermano, Marcelo Baraj, y el músico boliviano Leo Camargo. Materiales que buscan renovar el cancionero popular a través de las composiciones, la sonoridad y las letras sin perder la esencia.


La cantante, compositora y percusionista Mariana Baraj vive hace trece años en Salta. Desde allí piensa y construye su música. Una canción ligada a la raíz folklórica latinoamericana pero abierta al rock, al jazz y a los sonidos electrónicos. “Salta es un lugar tranquilo e inspirador, aunque también es un lugar bastante estructurado y cerrado, por lo que todo lo que salga de un patrón específico muchas veces no está bien visto o aceptado del todo”, resalta Baraj, cuya música está alejada de los tradicionalismos, tanto desde el plano rítmico como poético. Por caso, su nuevo disco, Tus ojos (2023), conecta con una pluma rebelde, ambientalista, espiritual y feminista.

Portada de Tus ojos (2023). El disco contó con la producción del reconocido productor brasilero, Swami Jr.

Con la producción artística del reconocido músico, productor y arreglador brasileño Swami Jr, su décimo trabajo solista pone eje en la canción y encuentra un equilibrio entre lo orgánico y lo electrónico, entre las cuerdas y la percusión. “Hubo una búsqueda natural y orgánica para llegar a estos resultados porque sentimos que esta combinación se complementa muy bien y genera un equilibrio que le hace bien a la música”, sostiene Baraj. “La producción artística siempre es un desafío y en este caso hacía mucho tiempo que no trabajaba con un productor. El trabajo fue muy fluido y enriquecedor porque cuando pensé en Swami Jr. tenía la inquietud de abrir esas músicas a otros universos y miradas”, resalta. Grabado entre Buenos Aires, Salta y Brasil, las canciones del disco fueron compuestas en su gran mayoría durante la pandemia. “Otras estaban como idea de temática y luego terminé de cerrarlas”, cuenta.

Hay una canción que es central en el disco y que incluso le da nombre al álbum, Tus ojos. “Otra vez, alguien que no llega a casa/ Otra vez, nuestros sueños arrebatan/ Destejiendo voy mi fe/ Respiro hondo, pero con cada una de ellas se va un poco de mí”, canta con sentida emoción en esta canción que reflexiona sobre los femicidios. “La canción habla de uno de los flagelos más grandes que venimos sufriendo como sociedad, que es la violencia de género y los abusos”, precisa Baraj. “Por eso me parecía importante que el nombre del disco sea ese porque además va acompañado de la imagen de la tapa que representa unos ojos tapados pero que aun así siempre puede entrar un haz de luz por donde podemos ver y en consecuencia denunciar para ayudar y salvar a alguien”, completa la cantante, quien al final de la canción suma unos versos rabiosos en clave hip hop: “Esto está roto, está todo podrido/ Nos matan con palos, nos tiran al rio/ Nadie hace nada, se apagan las vidas/ Mutilan los sueños, flores que marchitan”.

“Ríos de lava, arde la tierra urgente/ abre tus ojos”, entona Baraj en Cántaro seco, una canción con tono dramático que pone en valor el cuidado de los recursos naturales y la armonía con el planeta. “Es un haiku, una forma de poesía breve japonesa que habla de la responsabilidad que tenemos todos en relación al cuidado del medio ambiente y nuestra Pachamama”, confirma la artista oriunda de Buenos Aires. El disco tiene un tono profundo y reflexivo, pero no solemne, como se evidencia en Levanta tu voz, Tornado y remolino, El sol o el aire de baguala Cuesta. Hay otras con un pulso más cálido, liviano y tenue, como Crisálida (“Haz uso de tus alas/ viaja liviana”, canta) o Derivar (“Hoy quiero sacarme el peso de encima/ Caminar pausado, cultivar orquídeas”).

En simultáneo, Baraj (voz y percusión) lleva adelante junto a su hermano Marcelo Baraj (teclado, guitarra, percusión y voz) y el músico boliviano Leo Camargo (guitarra, charango, programaciones y voz) el proyecto Cocaibica, que combina música electrónica y folklore andino, con eje en la danza y el trance. “Cocaibica me tiene muy entusiasmada porque es la concreción de algo que tenía pendiente hace mucho tiempo. Acaba de salir nuestro primer disco, Fuego legüero (2024), y ya estamos trabajando en un disco de colaboraciones con artistas de diferentes partes del mundo”, adelanta. El nombre del trío alude a la hoja de coca, planta milenaria de los Andes Amazónicos que a lo largo de la historia ha tenido un uso primordial en las culturas andinas, tanto en rituales y ceremonias como en su uso medicinal, analgésico y curativo.

 

– Además de componer y cantar, tenés un largo recorrido en el terreno de la percusión, ¿Qué posibilidades te permite la percusión al momento de componer? En este disco, de todos modos, hay más presencia de guitarras y cuerdas.

– La percusión siempre te enraíza al ritmo, al pulso y eso es vital para todo. Para las composiciones es muy importante porque en mi caso trabajo mucho partiendo de algún patrón rítmico que muchas veces desemboca en otra cosa diferente pero el ritmo siempre es un gran disparador. El disco tiene muchos arreglos de guitarra y cuerdas porque fue pensado y concebido con instrumentos de cuerda como el cuatro y el charango y con estructuras organizadas en un formato de canción.

– Venís transitando en la escena musical hace mucho tiempo, ¿cómo ves la actualidad de la música popular argentina? ¿Hay lugar para la canción de raíz folklórica y para las nuevas composiciones y sonidos?

– Creo que es un buen momento para la música de raíz folklórica porque hay proyectos súper interesantes y una inquietud en ahondar en nuestra identidad y en renovar a través de las composiciones, la sonoridad y las temáticas de las letras sin perder la esencia.

– ¿Cómo es la recepción de tu música en países como Japón, en donde has viajado en varias oportunidades? ¿Hay otro tipo de sensibilidad?

– El año pasado hice mi sexta gira por Japón donde también se editan mis discos y la gente me recibe con mucho interés y muchísimo cariño. Es un lugar muy especial para mí porque el público japonés conecta y vibra con mi música de una manera particular y única.

– ¿Cuál creés que es el rol del artista popular en tiempos agitados a nivel social y político como el actual?

– Creo que todos los artistas tenemos la responsabilidad de ser sensibles y empáticos en estos tiempos difíciles y la música siempre es un espacio de resistencia. Ser artista independiente y de autogestión es una de las muchas formas de militancia a través de la música. A los artistas también nos toca muy de cerca y nos afecta esta realidad compleja por eso no estamos ajenos a todo lo que pasa.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *