A las tierras guaraníticas, bautizadas por la acción de la orden jesuita con el nombre de Misiones, a fines del siglo XIX, llegaron diferentes olas inmigratorias europeas. La inmigración se asentó en el Sur, en el área de Apóstoles, donde los contingentes de polacos y ucranianos ocuparon las chacras asignadas a las colonias agrícolas.

Posteriormente, en la zona del Alto Paraná, las compañías colonizadoras compraron tierras y las vendieron a colonos europeos, especialmente alemanes y suizos, para formar los pueblos de Montecarlo, Puerto Rico y El Dorado. Pero uno de los fenómenos más interesantes se registró en la Zona Centro, en Oberá, donde la colonización fue espontánea, con la llegada de escandinavos, italianos, franceses, rusos, polacos, suizos y españoles, quienes junto a paraguayos y brasileros dieron forma a una comunidad multiétnica. Más tarde llegaron inmigrantes asiáticos: árabes, turcos y japoneses.

Con este panorama multicolor de yerba mate y tés, chipa, sopa paraguaya, mandioca y empanaditas de ricota, miel de caña, dulce de mamón y cachaza brasilera se van fusionando las comunidades como sus comidas, como su lengua, como el arte y la música.

La poesía logra perpetuar en canciones que plasman el paisaje selvático y su tierra colorada y uno de sus máximos exponentes fue Alcibíades Alarcón, cantautor posadeño fallecido un 16 de abril hace 38 años, creador de Misionero y guaraní, convertido casi en himno. A través de una ley se determinó a esa fecha como el Día del Músico Misionero.

«Selva, noche, luna, pena en el yerbal, el silencio vibra en la soledad/ y el latir del monte quiebra la quietud, con el canto triste del pobre mensú». Si bien hay un antes y un después de El Mensú de Ramón Ayala, en la música de Misiones no sorprende que muchas nuevas composiciones continúen expresando la sonoridad de la provincia, diversa, cálida, multilingüe, enraizada pero libre a la vez, descendiente de tantas sabidurías.

 

Peregrino – Osvaldo de la Fuente

Osvaldo de la Fuente es compositor y guitarrista mendocino y podríamos decir que casi un creador compulsivo de canciones, tiene más de 200. Desarrolló su carrera en Posadas donde de a poco se fue acercando al folklore. Editó este distinguido trabajo autoral, Peregrino, que emancipa a la canción despegándola de ritmos tradicionales misioneros y abriendo paso a nuevas melodías.

Son las mismas canciones las que vuelan de las manos de su creador para ser interpretadas en las voces de otros: Nico Morgenstern, Ana Bertrand, Inés Zárate.

En el sonido de Peregrino conviven la canción de autor y el folklore con el rock, el pop, y como cordón umbilical desde su Mendoza natal, lo van nutriendo. Melodías sutiles que ascienden zigzagueantes reafirman su versatilidad como músico. Pero en cada letra de los diez tracks asoman estas frases: «Posadas perfumada de jazmines sin dolor/ y soy feliz cuando la marea está aquí» en Jazmines, marea y luna. «Tierra del mundo es hogar /Agua en el mundo es brotar /Júntame esa tierra del rumbo con agua del mundo / Y que cuide este brote su hogar», frase en la voz de Inés Zárate en Danza del mundo; «El ángel de tu plaza, en el barrio» y también «sales de día mariposa /naces del sueño del colgado, tal vez te pierdas las estrellas, no lo sé / tal vez te espías el ocaso…» dice en La vida como un don, que canta Nico Morgenstern, o «Un anís en la vereda gris/que pinta el Paraná /como un artista» en Pajarillo de ciudad, quizás el más litoraleño de todos los temas del disco.

«Este Paraná este rayo sol este cielo azul mundo guaraní / Desde el litoral rojo y humedad la vieja canción reza en guaraní» del tema Mundo guaraní, que cierra el álbum con un maravilloso ensamble orquestal.  Y así entendemos que el autor, con tanto tiempo habitando el nordeste argentino, no puede más que permitir que se impregnen de identidad la composición, la letra y los ritmos de este regalo musical que es Peregrino.

 

Ángel de las aves  – Loreley Benítez Kitegroski

Loreley Benítez canta desde los 3 años. Es de Oberá, ciudad cuna de la diversidad y del mejor té del mundo. Tiene en su ADN genes de familiares inmigrantes pero en su voz y en su interpretación la delata una inmensa provincianía que por demás la enorgullece. Destinada por herencia de una numerosa familia de músicos a interpretar el folklore del litoral, Loreley, dirigida por uno de sus hermanos, Joaquín Benítez Kitegroski, excelente bandoneonista, grabó un disco colmado de referentes culturales de su región. Ángel de las aves, galopa de José Lindstrom, tema con el que ganó la Consagración 2016 y que le permitió grabar este disco en el Festival Mi Tierra Roja en Posadas, encabeza la lista.

El Mensú y Alma de lapacho, de Ramón Ayala; Indómito hachador de Alcibíades Alarcón; Regreso a Iguazú de Marita Londra y Jorge Marziali; Soy de Misiones, galopa de Oscar Valles; Viejo Paraná de Teresa Parodi y Ramona Galarza; Misiones prometida de Mordini y Giacomini, La palabra y el amor y Bailarina misionera, ambas de José Lindstrom. Un repertorio que define en poesía las entrañas de la tierra misionera. Y como a la armoniosa cantora no le faltan recursos grabó también un bolero: Nada sirve, nada vale de Mario Alberto Delgado.

Sin dudas este primer cd de Loreley es un disco conceptual, de música tradicional de Misiones con arreglos maravillosos, necesario portador del sello identitario del lugar.

 

 Cuando llueve en Misiones – Claudio Bustos

Aunque nació en Córdoba, el cantautor Claudio Bustos radicado en Oberá desarrolla desde hace más de 40 años su obra creativa en Misiones. Va de la literatura poética a la canción de autor y de allí a su programa de radio que difunde música latinoamericana.

Escucharlo nos traslada a los chansonniers, a la canción francesa o a las grandes voces de la década de los 70, con algún bolero o un tango que remite al amor en Posadas acompañado por el bandoneón de Joaquín Benítez Kitegroski.

Esta nueva producción de canciones propias y de algunos poetas como Gustavo Saraví o la paraguaya Nila López es su disco número 15, algunos de ellos fueron editados en Francia y otros en Paraguay.

Cuando llueve en Misiones es un disco nostálgico. Canta, cuenta y recita las historias que recorren el pueblo, las calles de Posadas, el Paraná, sus mujeres y siempre…la luna, figura primordial a la que ningún poeta resiste. En zambas o pasillos, junto al piano de Leo Deza, o candombes con el bajo de Jerónimo Santillán y el saxo de Juan Martín Medina, la poesía de Claudio dialoga y viaja. Así como en la belleza del chamamé dedicado a Abelardo Ferreyra, el ceramista obereño, profesor de la UNaM: «hoy que tu obra palpita con su claridad, sabes, risueño, que vives y perdurarás porque tu estampa es la obra de arte total», se aprecia la sencillez de cada palabra recordando la grandeza del maestro.

 

Solita mi alma – Flor Bobadilla Oliva

Ecléctica. Flor Bobadilla Oliva, cantante, compositora, actriz, nacida en Posadas, desestructura de moldes originando nuevas fusiones entre lo más tradicional del folklore y lo inesperado.

En su gran recorrido artístico participó de los más diversos formatos musicales: jazz con latinoamericano, boleros y música del litoral con Abel Tesoriere, trabajó con Lucho Guedes, transitó repertorios litoraleños de Paraguay, Brasil y Argentina junto a Sebastián Luna, en lo que respecta a la música popular, pero también como cantante de ópera.

Solita mi alma es la apuesta solista con la que hoy se presenta. El disco es una selección de canciones folklóricas del mundo, propias y de otros autores, narradas en piano y voz.

Flor juega una chanson en francés, canta un fado en portugués o una guarania en guaraní con absoluta personalidad, con la convicción de estar realizando aquello que sabe perfectamente. Desarma Afiches de Expósito y Stampone en una versión suave pero poderosa. Sorprende con la frescura de su voz en Lejanía, una cumbia de la costa en estilo bien tradicional o En qué nos parecemos donde despliega voz y pandeiro con la típica gracia de la muñeira. Revive en el tradicional mexicano La bruja toda la interpretación que el tema le permite jugar y en definitiva demuestra que un trabajo musical debe tener este grado de disfrute y ser vehículo de la experiencia de formación y trabajo vocal casi sin instrumentación.

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