Benjamim Taubkin nació en San Pablo, Brasil. Comenzó a estudiar piano a los 18 años. Uno de sus primeros trabajos con la música lo relacionó con la danza moderna, experiencia que le permitió abrir inmediatamente sus horizontes y tender puentes entre su música y otras disciplinas artísticas como el teatro, el cine, la literatura, la poesía, la danza e incluso las artes plásticas. Además de pianista, Benjamim es compositor, arreglador y productor musical. Fue autor de músicas para diversas producciones audiovisuales y teatrales, ha arreglado y dirigido más de 500 conciertos y ha participado, ya sea como músico o como productor, de más de 130 discos.

Su espíritu inquieto lo ha llevado a recorrer el mundo y compartir su arte con artistas de diversas latitudes. Además de su trabajo como músico, puntualmente, ha transitado por otras experiencias relacionadas a la producción, divulgación, creación de nuevos espacios para dicha actividad. Fue curador del Mercado Cultural de Bahía, pionero en Latinoamérica. También curó el ELA (Encuentro Latino Americano – Nuevos Caminos) y el Festival Conexões. Fundó el Centro Cultural Núcleo, con amplia actividad, en San Pablo y fue miembro de la comisión directiva del Foro Europeo de Festivales de Músicas del Mundo.

Recientemente acaba de lanzar en las plataformas Trilhas, donde recopila las canciones de las bandas sonoras que compuso en mas de 30 años con la música. El 19 de noviembre visitará la Argentina en el marco del festival Impulso Latino (entradas disponibles en Passline), donde compartirá escenario con artistas de Argentina, Chile, Colombia y Panamá. En diálogo exclusivo para De Coplas y Viajeros, Benjamim analiza su música, repasa su trayectoria y sus proyectos, y nos cuenta sobre su relación con la Argentina.

– Como músico, desde muy joven, estuvo relacionado con el mundo de la danza y del teatro ¿Cómo han sido esos comienzos? ¿Cómo es esa relación?

– Cuando empecé a tocar fui invitado a trabajar en un sitio de danza moderna a donde la música ocupaba un papel importante. Enseñaban con la técnica “Martha Graham”, y eso fue una suerte para mí. Desde entonces eso se ha hecho parte de mi vida. Así como establecer diálogos con otros lenguajes como la danza, el teatro en esa época, pero después también el cine, las artes visuales, la poesía. Yo hago proyectos con todos esos lenguajes y para mí amplió muchísimo la mirada sobre la música. La música ocupa otro lugar y es también un diálogo con la vida y con otros artistas. De verdad es algo que fue muy importante para mí y lo sigue siendo. Estas oportunidades fueron abriendo mi cabeza y colocaron, desde el principio, a la música en otro lugar, en otra perspectiva y proponiendo otras relaciones. Yo aprendí mucho con esto. En esa época yo tocaba en la noche de Sao Paulo, jazz y bossa-nova. Estas otras experiencias eran un contrapunto. Lo es hasta hoy. Sigo con estos diálogos con danza, literatura, poesía, cine, artes visuales.

 

– Su música alterna permanentemente entre las raíces brasileras, la música académica y las músicas del mundo. ¿Cómo es que definiría su estilo?

– Yo me siento como un músico brasileño que, como tú dices, tiene las raíces brasileras, y sigue conectado a ellas, pero con un gran interés por todo el mundo. Creo que yo soy uno de los que vivieron el lado bueno de la globalización, que es entrar en contacto con otras culturas y muchas veces con las raíces de otras culturas, pero también yo estoy muy ligado a la experimentación, la música académica y la improvisación. Así que todo eso es una amalgama que va generando la experiencia de uno. Yo me siento interesado por la música sinfónica, por el hip hop, por muchas cosas, y sigo experimentando, sigo probando e intentando cosas.

Creo que soy un músico que procura vivir su tiempo, con las preguntas que uno tiene, que uno se hace.  Para mí la cultura popular tradicional es muy importante. Así que son miradas hacia atrás y a frente, pues también me interesa la experimentación. Pero me siento y me veo como un músico brasilero en dialogo con el mundo.

– Cuéntame sobre el proyecto Viver Fa Música. ¿En qué consiste?

– Escribí ese libro hace 10 años, un poco más, en donde entrevisté a dieciocho músicos de distintos caminos y vertientes como la música culta, la música tradicional, la música brasileña vocal o instrumental, el jazz brasilero, pero todos esos músicos vivían de sus elecciones, hacían la música que querían hacer. Mi punto era que es posible vivir de la música, escogiendo la música que quiere hacer. Porque muchas veces con los jóvenes, los padres se quedan muy preocupados y piensan: «mi hijo quiere hacer música y podría ser ingeniero u otra cosa», pero yo me di cuenta que todos estaban viviendo de la música y muchas veces un médico no consigue vivir de su trabajo o trabaja demasiado y su sueldo no es tan bueno, así que hay muchos prejuicios en eso. Yo decidí escribir ese libro y después, un poco antes de la pandemia, hice un viaje largo por América del Sur y planeé entrevistar músicos de todas partes, pero con la pandemia, terminé haciendo por video. La idea –yo hice, quizás, unas diez o doce entrevistas de distintas partes- es transformarlo, en algún momento, en un libro Tener esa mirada de América del Sur, y no solo del sur. Hay de Cuba también, y espero de otras partes de américa también.

 – ¿Cuál es su relación con Argentina, y con su música? ¿Qué expectativas tiene para este viaje?

– He tenido la suerte de ir muchas veces a Argentina, de tener muchos amigos y hacer colaboraciones. La música me encanta, en especial el piano argentino, las chacareras y todo, además del piano contemporáneo, claro, que tiene cosas tan hermosas. Mi primer contacto, como el de muchos, fue durante las dictaduras de los años 60 y 70. Mercedes Sosa, Atahualpa Yupanqui y todo ese ese universo, como también de Chile, Violeta. También escuchaba mucho a Piazzolla, que fue muy fuerte acá en Brasil, pero después hemos perdido el contacto con la democratización pero yo me sentía muy inquieto y preocupado por tener poco contacto. Eso con toda América del Sur, y toda América en general. Así decidí hacer un recorrido por muchos países, yendo también a Argentina donde escuché cosas que me encantaron. Lo primero que me impactó fue el Dúo Salteño, después Carlos Aguirre, quien es un amigo hasta hoy, un gran músico y también Mariana Baraj. Yo hacía la programación de un festival acá, en Brasil, en Bahía, e invitamos a Carlos, a Mariana, a Chango Spasiuk, y después a mucha gente de Argentina. Después conocí a Mariano Tarres, un muy buen músico de ahí, y colaboré con muchos otros como el grupo Chancho a cuerda, la misma Mariana Baraj o Santiago Vázquez, todos muy queridos. También hice un proyecto con Moguilevsky, el gran clarinetista, con quien seguimos en contacto, y seguimos haciendo cosas y es muy bueno.

– ¿Qué me puede contar sobre Trilhas, su último trabajo?

Trilhas, en portugués, significa banda sonora, también significa ruta o camino, así que son composiciones, proyectos que yo hice para documentales a lo largo de 25 años. En ese tiempo yo produje como 15 bandas sonoras más o menos, principalmente para documentales y, claro, en la pandemia yo vi ese material y percibí que cada banda sonora tenía al menos una canción, entonces decidí juntar esas canciones y hacer como si fuera un álbum para las plataformas. Fue muy bueno hacerlo y escuchar la música afuera de la película, en otro contexto y sin imágenes. Es casi una inversión de la primera pregunta, que es tener la música fuera de donde nació pero fue muy bueno hacer y poder escuchar todo eso y así tener una comprensión del recorrido.

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