Si hay registro en el que se deje en claro la identidad, los giros que en el habla cotidiana se suceden, los apodos graciosos y certeros, la particularidad de abreviar el verbo como efecto residual de raigambre del noroeste como: “te i de olvidar”, no cabe duda de que se trata de la tucumanía. La provincia “del interior” se manifiesta con una modalidad de lenguaje producto de una construcción entre la región del Tucma y el noroeste más típico. Como provincia central, heredera de un pasado heroico y rendida a las tradiciones con presunción, Tucumán está llena de imágenes virtuosas que se remontan al siglo XIX, cuando los primeros poetas empezaron a instaurar la magia de las definiciones: Jardín de la República, cuna de la independencia, tierra del dulzor de los cañaverales y hasta «el Edén americano».

De a poco se fue posicionando entre lo más selecto de la composición folklórica nueva, esta gesta de poetas surgida luego de una puerta que dejaran abierta el Chichí Costello, Rubén Cruz, el gringo Soria, y la conjunción con música que contribuyó al vuelo de sus letras en canciones. Mucho se ha escrito sobre las bondades geográficas de Tucumán, ya desde los 60, donde José Augusto Moreno escribiría por ejemplo: “En este cerco la caña/no es del señor industrial/no se la lleva el Ingenio/no la ronda el Familiar/ no la maduran los vinos/ni el alma del capataz” para Canción de los meleros como retrato de provincia. Y un Armando Tejada Gómez que americaniza la región con La zafrera, zamba que eligiera Mercedes Sosa para inmortalizar, entre otras composiciones sobre los oficios de los trabajadores. Y más acá en el tiempo: Osvaldo Chichí Costello, el taficeño, con sus más conocidas creaciones: Agosto en Tucumán; Muchacho pelador; Cuando se muere un cristiano; Chacarera del Agapo y la Zamba del Tarco. Como brotes nuevos de esa misma poética construida alrededor del imaginario cultural de la zona, producciones musicales en las que la identidad queda asegurada por sus artistas, hoy se ven reforzadas.

Para dar cuenta de ello, Manu Sija, Leo Garzón, Nancy Pedro, La yunta, Manolo Salguero ponen a prueba nuevas sonoridades sobre letras que conservan esta identidad pero que sobre todo es su decir y es su modo de cantar, sea cual fuera el universo musical que hayan elegido para sus discos, lo que los expone tucumanos.

 

Pachakuti – Manolo Salguero

Entrar al disco Pachakuti es una experiencia numinosa. ¿Cuál es el motivo que lo hace adquirir ese carácter? Que está fundamentado en la cosmogonía vallista, absorbe de sus fuentes y excede los límites. Nos puede parecer complejo, o que propone una categórica ruptura con lo tradicional, pero la forma en que se combinan los sonidos más eclécticos con la letra y el canto, ese aroma y  acento tucumano, lo llena de identidad. Escuchar Pachakuti es internarse en un universo onírico planteado como momentos espacio-temporales cantados con música post moderna. Está compuesto por 8 temas que según el mismo autor representan una “cosmovisión andina sobre los ciclos de la tierra, los astros y el anhelo de volver a ser uno con la tierra y la naturaleza”. Alrededor de esta premisa se desenvuelve el sentido que atraviesa todo el disco. No pierde en ningún momento la raíz del canto y su vinculación más profunda con la tucumanidad.

En este paseo mágico nos encontramos además con dos letras que le pertenecen a Celia Segura de Andrade, coplera a quien Manolo Salguero ya había musicalizado en su disco En camino. Junto a su voz de barítono las voces de las copleras de Amaicha, un coro popular de 40 voces femeninas, nos centran en la atmósfera metafísica del valle y la conciencia sobre la importancia del agua. Las flores de Santa Lucía, tema del músico Leo Deza, que adornan el paisaje de las acequias, y Plumita, de Nancy Pedro, bella canción de despedida, reafirman que en el entorno musical hay un trabajo local, en equipo. Sobre la grabación de Plumita dice Manolo: “Durante ese período me tocó despedir a mi padre, y esa canción me brindó un enorme cobijo al poder hacer mías sus palabras, agradecer haberlo querido y podido amar y que haya partido sabiéndolo. Decidí incluir esta vidala como homenaje y agradecimiento a mi padre, el Piro Salguero”.

Del mismo modo Luciano Aragón, músico y cantor tucumano, musicalizó 2 temas. Uno dedicado a la figura conmemorada de Felisa Balderrama, a quien su comunidad declaró Pachamama, mujer del lugar elegida para encarnar a la madre tierra, y Los días, compuesto en Buenos Aires pensando en la gente en situación de calle y la grave injusticia social, pero sugiriendo desde la poesía la esperanza de un contínuum de resistencia. Pensamiento tal vez resignificado desde la figura del pachakuti, una transformación del todo, que ofrece un cambio general del orden, una inversión, donde lo que está “arriba” pase a ocupar el lugar de “abajo”.

 

Una – Nancy Pedro

Como una suerte de credo de convicciones Nancy Pedro dice creer en la magia: “Creo en la música como en la magia y en ella entiendo un lenguaje universal que aglomera, aglutina y une personas, culturas, formas y separa universos porque somos ideas distintas y aun así nos comprendemos”. Al escuchar Una terminamos creyendo en la magia y en Nancy Pedro.

Artista, cantora, docente, escritora, gestora cultural, está constantemente gestando, en su Tafí Viejo natal, nuevos decires enraizados en tierra firme, enmarcándolos con su voz y su “decir” en la frondosa región del Tucumán.

Si bien tiene varios discos anteriores y participaciones a dúo en muchísimos proyectos musicales, esta vez compuso los 9 temas de Una, y lo concretó, junto a Leo Deza como productor en su estudio, con músicos como Jero Santillán, Leo Garzón, Ricardo Culotta cerrando nuevamente estas microcomunidades que se materializan alrededor del ADN tucumano.

Espero  /  Pajarito   /  Plumita  /  Libertad /  Lejos / Barrilete / Trapitos / Raíz / Una, casi se puede armar con los nombres de cada track una sola frase, en ese mismo orden, una nueva canción: el décimo track. Nancy decide con tanto “para decir” definir cada tema con un solo concepto, lo demás es sensorial, dejarse atravesar por el tema y descubrir qué dice en su interior como en lo profundo de ella misma. Temáticas muy íntimas, propias, para vidalas y bailecitos musicalizados con piano, trompeta, o flauta traversa. Sorprende y emociona Plumita, estableciendo una conexión profunda con el adiós, el dolor y también la resignación.

Ya i visto que andoi cantando, ya i visto que andoi diciendo/ por ahí me querís bajando mejor querime subiendo…” Así dicen sus decires en el bailecito Libertad y bien marcada esa musicalidad del lenguaje lo hace entrañable, y otra vez la magia. En cada canción vive una historia bien personal. En Barrilete los ritmos rioplatenses de la murga cuadran perfecto: “se va, se va, a perderse entre las sombras, se va, se va el alma entera se va, de un silbido se va…” quizás reclamos de amores que levantan vuelo, y se vincula con Trapitos, que pudo ser cola de barrilete pero se planteó como deseo de bandera: “un lienzo blanco que deje que quite un sol inmenso y vuelva a amanecer/un manto lleno de luna que alumbre la espesura de la noche por caer..Raíz, insertas en el más puro folklore, cuecas entramadas con canciones redondas, radiales, y en donde no sobra ni falta un acorde. Una, cantada a dúo con Rocío Palazzo, es el bellísimo tema que cierra el disco, como reminiscencia de una vuelta más de calesita, para no bajarse todavía. Y nos quedamos allí, aferrados al carrusel en ese viaje circular.

 

Sangre adentro – Leo Garzón

Desfilando personajes; cielo de poesía y vientos de rebeldía; por andenes y talleres; suelo musiquero, patio, con apodo bien certero al vuelo son bautizados, de caña y limón se vuelve adentro mi corazón…son apenas fragmentos de una autóctona representatividad que dispara en doce temas y una yapa, Leo Garzón. Con su canto recorre letra y melodía de sus propias canciones. Se esperaba que llegara ya de su parte, esta etapa autoral. En todos los temas se vislumbra una narrativa entrañable que da testimonio del cariño y el orgullo con que expone las historias de su círculo más íntimo, de su interior y de ese otro interior que define a su provincia natal. Sangre adentro tiene toda la fuerza del tinku, tema de punta del álbum, porque está cantado con la convicción de una voz nutrida en peñas y festivales. Sangre adentro es quizá el más nuevo de esta saga de trabajos porque no se estrenó aún, se lo espera para julio/agosto 2022.

En los arreglos junto a Leo aportó su arte también Leo Andersen, y como invitados: Lucas Homer, Leandro Marquesano, José Torelli, Nancy Pedro, Julieta Lizzoli, Nico Segovia entre otros, pulen musicalmente el producto sin quitar ni una partícula de esa autenticidad.

En este disco de folklore hay algunas briosas canciones como: Seguiré así hasta el fin, o Toda la voz, A contramano i la vida, que se rebelan, que reclaman argumentando profundas ideas, pero los ritmos folklóricos, huaynos, vidalas, chacareras, gato, en general le estampan la calidez necesaria que lo devuelve a las raíces. Y sin duda la zamba está en esa sangre adentro de Leo, la lleva en el ADN y será por eso que interpreta Uva y vino con semejante vehemencia, escrito y dedicado al recuerdo de su padre, a quien por suerte, pudo cantársela.

Como en su material anterior Nuestra verdad, Leo vuelve a sorprender con la amplia producción que realizó para la grabación.  Si buscamos la perla encontramos que: Todo Tucumán escucha cumbia, una power cumbia que emana por los poros identidad tucumana, se lleva todos los laureles.

 

Music From Hankstudio – Manu Sija/Guido Bertini

Simoca, y en particular el paraje rural Balderrama, para Manu Sija representan su epicentro de creación musical. Otra esfera de Tucumán que reúne el virtuosismo de sus músicos y la fascinación por hacer y grabar nuevos conceptos sonoros.

“Me voy con mi guitarra buscando los sonidos del mágico lugar donde he nacido”…cuenta la sinfonía que calma el alma del músico. Desde allí en 2018 se dispararon las ideas musicales compartidas que más tarde formaron Music From Hankstudio, disco realizado junto al productor y músico Guido Bertini, dupla que fusiona desde hace muchos años amistad y trabajo. Este trabajo virtual de 6 temas hace muy poco que se conoce. Hanskstudio es el estudio desde donde surgió el nombre del disco y la idea general de ambos de seleccionar temas de raíz folklórica que se fusionen con delicadeza, que se enreden suavemente en el jazz y el pop.

Desde que se conocieron Manu y Guido no dejaron de crear juntos. Guido había empezado hace bastante a experimentar con un instrumento llamado Handpan o Hang y se debían este momento: incluir el sonido del Hang en un contexto de canción, que fuera parte del arreglo y sonoridad fundamental del álbum. Este EP es su quinto material y en el repertorio elegido como en el de todos los anteriores, se vislumbra la identidad y el respeto por los compositores de su tierra. Haber compartido escenarios varias veces con Juan Falú o con Pat Metheny no logra desvirtuar las interpretaciones del multiinstrumentista Manu Sija, quitarlo de su territorio tucumano, y mucho menos cuando canta que es cuando más cerca está de Simoca.

Music from Hankstudio se disfruta en lo musical pero también reconociendo en la voz de Manu y en cada tema las letras originales, como en Sinfonía silvestre (Juan Carlos Carabajal / Onofre Paz) “Arrullo de torcaza/ bramar de sachapuma/ en la espesura / El monte es un concierto/ de trinos y bramidos/ recuerdos del ayer/ que nunca olvido”. Encontramos a Inti Illimani flotando casi diluido pero presente entre los sonidos y la letra poderosa de En Varsovia, o a Violeta Parra en Versos para la niña muerta, como ilustraciones originales bajo reversiones de certera y absoluta belleza.

Con Federico Grellet y Mica Flores como invitados se puede decir que Guido Bertini y Manu Sija completan este microcosmos sonoro que lograron en solo 8 canciones. A partir de aquí  seguramente el tiempo nos encuentre conversando acerca de un lenguaje musical Sija-Bertini.

 

Herencia – La Yunta

Para los músicos tucumanos existe un ethos nativo, simbólico, que revela la esencia más pura de su relación con lo folklórico, con la música más tradicional, música que atravesó sus infancias y que nutre cada una de las creaciones nuevas. En ellas lo residual siempre aflora por más que se diversifique la semiósfera sonora.

Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida…” quizá la frase de Canción de las simples cosas, del infaltable Armando Tejada Gómez, sea el leit motiv del álbum, y nos obliga a volver a la música que nos identificó las adolescencias y primeras juventudes.

Es en el terreno del canto en donde más se nota lo hereditario, franja simbólica que se traslada de generación en generación. Se filtran en el decir y en los giros del lenguaje propios del pueblo y de la región. Así se formó el dúo de Gustavo Páez y Julián Humarán, atravesados por sus recuerdos de niñez y los momentos de encuentro con artistas reconocidos en los grandes festivales, de los cuales tomaron sus más clásicas composiciones: Atahualpa Yupanqui, César Isella, A. Tejada Gómez, Ricardo Romero y Roberto Pérez, El Chango Rodríguez, Hnos. Ábalos, Juan Carlos Carabajal, Carlos Carabajal.

Hacer folklore es también rediseñar lo conocido para impregnarlo de nuestro propio estilo, por eso el dúo, que al estar cumpliendo 20 años desde esa primera vez que se constituyeron como La yunta, y luego de haber atravesado inmensos escenarios, como La Chaya, Cosquín, Serenata a Cafayate, el Limón, lo cual los estructuró y les ofreció vuelo, han decidido celebran su aniversario con este disco llamado precisamente Herencia.

Es su sexto disco, ya conocen la mecánica y el trabajo de grabar, sin embargo lo realizan en formato muy acústico, pero se debían estos temas notables de nuestro cancionero, a diferencia de los anteriores donde la búsqueda iba por otro lado, o el amor estaba más presente, incluso en forma de baladas o boleros.

En la intimidad que trasmiten los once tracks de Herencia encontramos fuerza y también calidez, sin estridencias, y dos voces que cantan juntas y por momentos se separan creando esa sensación de segunda voz, en un ensamble que reconocemos con naturalidad. Hay identidad tucumana y hay respeto por el repertorio. Condiciones básicas para que el disfrutar de temas que “sepamos todos” nos resulte absolutamente placentero.

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