Por Pedro Squillaci | pedrosquillaci@yahoo.com.ar

Ilustración: Enrique Figna


Hay quienes entran a la música por una letra de amor, otros por una melodía, muchos lo harán porque la canción cierra por todos lados y tiene un estribillo tan potente que no podés parar de repetirlo, no faltará aquella persona que se fascine con un solo de guitarra, esos inconfundibles como los de Santana, Brian May o Jimmy Page de los Zeppelin o Angus Young de AC/DC por citar algunos cracks. Y los hay, claro que sí, los que entran al mundo de la música por un ritmo de batería. De repente se siente un ritmo, un beat que te para los pelos, que te levanta de la cama y no solo modifica sustancialmente el tema que estás escuchando sino que también te cambia el ánimo y, si te convertís en batero, también te puede cambiar la vida.

A Juan siempre le gustó la batería, tanto fue así que en un momento despuntó el vicio, fue a un profe y hasta tocó en algunas bandas de la ciudad. Paralelamente también le picaba el bichito del periodismo hasta que finalmente se decidió por el micrófono y a su pasión que, quizá, sea definitiva: la radio. Pero nunca pudo dejar de amar esa sensación inolvidable de tocar la bata. Es más, cada tanto, arma un set de batería que tiene en su depto y toca arriba de algún cd hasta que los vecinos le vuelven a golpear la pared para que achique el pánico con el volumen. A Juan no sólo le gusta la batería, también le gusta la impronta del batero y todo lo que encierra un baterista. El tipo que está detrás de todo y lleva adelante el tempo de una canción. Al que nadie le ve la cara porque siempre se la tapa algún platillo y es sustancial para que un tema te dé en el pecho.  Sin batería una canción pierde el alma. ¿Se imaginan Un montón de amor de Zeppelin sin batería?  Ojo, no hablo solo de temas de alto voltaje. ¿Alguien puede imaginar Let it Be de Los Beatles sin la entrada de Ringo en los parches? 

Cuando surgieron los Stones, allá por los años 60, hubo un tema de sus primeros discos que se llamaba Get Off Of My Cloud, allí se veía a unos jóvenes Rolling Stones, lejos del banquete de pordioseros que llegaría después, y más cerca de la inocencia y la frescura de esos tiempos. El tema tenía una base de batería siempre igual, con un redoble en el tambor que nunca se modificaba pero le daba movimiento al tema. Y también a quien lo escuchaba o lo escucha ahora. Lo escuchás y no podés dejar de moverte.

Ese batero, el tipo jovencito de flequillo que estaba detrás, en aquel inolvidable video de 1965 en blanco y negro, era Charlie Watts. El gran Charlie. El mismo que hizo su último redoble vaya uno a saber cuándo y dónde para pasar a tocar en otros escenarios celestiales o quién sabe. Quizá mute en una mariposa o en otra persona, pero ya no estará tras los parches en esta Tierra, y tampoco en la banqueta de los entrañables Stones.

Juan estaba dolido por esa pérdida esa mañana de fin de agosto y justo lo llama el Panza para armar el programa:

– Hola Juancito, ¿todo bien che?

– Maso che, acaba de morir Charlie.

– Boludo, no te la puedo creer!!! Bueno arranquemos el programa con Sui Generis, después tiramos algo de Serú y Yendo de la cama al living, ojo, no nos olvidemos de La Máquina de hacer Pájaros..

– Pero pará máquina de hacer pájaros, qué decís, no estoy hablando de García, hablo de Watts, el de los Rolling.

– Ah, el viejito de la batería, ese, bueeeeeeeeno, tanto lío por eso, tenía 80 pirulos, suspendió la gira, estaba listo, además tocaba para el tujes, qué querés que te diga.

– Pará, Panza, no me hagás calentar…

– Ah, no me vas a decir que tocaba como el de Led Zeppelin, que también espichó, esteee, ¿cómo era?

– Bonham, John Bonham.

– Jaja, me hiciste acordar a Bond, James Bond. Jajaja.

– ¿Me querés decir cómo hacés para llegar a Bond cuando te estoy hablando que estoy maso porque murió Charlie Watts y a vos se te ocurre cagarte de risa? Tenés menos tacto que un alcaucil, amigo.

– ¿Tienen tacto los alcauciles? No sabía.

– Corto, estás re pelotudo hoy.

– No, pará pará, ya está, mil disculpas, si querés te mando un WhatsApp con las dos manitos rezando, ya está, perdón Juancito querido, ya sé que sos un fan de la batería y que aunque el tipo no te gustaba como los otros monstruos, el Bonham este o el de Sting, ¿cómo era?

– Colaiuta, Vinnie Colaiuta.

– Acá me cagaste, no puedo hacer la de Bond, porque son otras siglas.

– No, es al pedo hermano, estás hecho un boludo hoy. Chauuuuu.

– No, pará, jajajaj, no cortes. Bueno, hacemos un especial con Charlie, Watts, digo, ¿te parece?

– Sí, claro, esto te quiero decir, armemos algo con la historia del tipo, algún disco del pasado, algo del presente, las distintas épocas de los Stones, y clavá algo de algún disco jazzero, dale, ponele onda.

– De todos modos, ojo, tocaba mal, eh?

– ¿Cómo que tocaba mal?

– Claro, bolu, siempre cortaba los temas, tocaba cortado, algo raro.

– No, amigo, era su estilo, el tipo suspendía un golpe en el charleston, el hi hat, para darle un golpe más limpio al tambor, era una técnica. Eso, entre otras cosas, lo hacía diferente.

– Diferente por un golpecito que no tocaba, déjate de joder, Juan.

– Es al pedo, no entendés un joraca de batería.

– Bueno, habló Phil Collins, daaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaale, dejá de joder, che.

– Nunca me gustó Phil Collins, pero bueno, ya está, no vamos a discutir eso, dale, armá el programa y ponele onda.

– Bien, armo algo con Charlie.

– Watts, Charlie Watts, jajajajajajajajajajajajajajaja. Dale Bond, ponete a laburar, abrazo Zampita querido.

– Chau, bolu, ¿te calentaste eh? Jajajajaja, Abrazo de gol. Chau, Collins, Phil Collins.

– Tomatelas, chauuuuuuuuuuu.

Juan cortó y fue derecho a su biblioteca repleta de CDs. El primero que agarró fue un compilado de Los Stones, y puso Start Me Up, sí, ese tema en el que Watts corta el ritmo como sólo él sabe hacerlo. Larga vida al señor de los tambores.

 

2 comentarios para “Capítulo 32: El viejito de la batería

  1. Marcelo dice:

    Watts y Richards son el ingrediente por el cual nadie puede hacer buenos covers de los Stones!

    1. Pedro Squillaci dice:

      Gracias Marcelo , abrazo !

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