Escuchar y sentir lo que transmite la cantora cordobesa cuando comienza a soltar su voz es toda una experiencia. Aquí la historia de vida de una verdadera luchadora del arte, Mery Murúa, que supo ganarse un lugar genuino dentro de la escena de la música popular argentina.

Por Andrés Fundunklian

 

 


Amanece. La ronda se va armando y el fogón está absolutamente dispuesto para recibir la ofrenda. La agitada noche del sábado va quedando atrás, mientras asoman las primeras luces del domingo, uno de esos instantes mágicos del Encuentro de San Antonio de Arredondo, que son imposibles de poner en palabras. Tampoco en videos ni fotos. Hay que sumergirse y dejarse llevar. Allí florece lo primal: el sonido, el canto, la comunión, la tierra.

Pasan dos o tres cantores que comparten su decir como si fuera la última vez. Pero cuando ella se apresta a soltar lo suyo, el silencio se impone como parte del paisaje. Ese ritual anual que se corporiza todos los diciembres en el Sur del Valle de Punilla es el escenario ideal para que Mery Murúa nos hechice con esa voz que planta bandera. Que corta el aire. Que invita a pararse y sacar el pañuelo. Podría ser cualquier otra zamba de esas que erizan la piel, aunque la elección no es casual. Que seas vos, esa canción compuesta por Marta Mendicute y que inmortalizó Jorge Cafrune, parece haber sido escrito para que la cante ella. Así sucede cada vez.

Cuando ya no me alumbre el candil arisco de mi corazón / Volvete a mi tierra, llevate mis coplas y cantalas vos. Que mis cerros sepan como lo he sentido casi con dolor / Sembrando mi canto allá en la quebrada, decíselo vos

El cancionero folklórico argentino tiene muy pocas zambas compuestas por mujeres. Un reflejo de una tradición que está cambiando, en la que lo femenino siempre fue más motivo de inspiración que motor creativo. Por eso, las piezas como la de Mendicute son verdaderas gemas. La Mery (imposible no usar el artículo tan distintivo de su tierra natal, el norte cordobés) lo sabe y por eso se apropia de ella, como una declaración de principios. Después de todo, tiene motivos para identificarse con esa zamba y con su autora.  Maestras ambas, una historia compartida de desarraigo y una letra que invita a apropiarse de esos versos, que como alguna vez contó su autora no tienen un destinatario especial. Un mito que ella misma se encargó de sembrar.

https://www.youtube.com/watch?v=8tTx6mNZny4

«Todo el mundo pregunta quién es ‘vos’. Yo quiero que permanezca en el incógnito. Ya mi cerro debe saber cómo lo he sentido. Deseo que cada intérprete le dé ese ‘vos’ como lo hace Jorge Cafrune, con su calor, su ternura conmovedora y con la fuerza de su autenticidad», dijo alguna vez Mendicute, nacida en Tucumán pero radicada allá por los años 50 en Buenos Aires, donde murió en 1981. Eso sí, la zamba está inspirada en esos imponentes cerros jujeños. Y poco más se sabe de ella.

Que seas vos fue incluida por Murúa en Sal, su tercer disco registrado en vivo en mayo de 2015 en un mítico bar de Córdoba, el que llevó por muchos años el nombre de la estación de trenes de la ciudad. Ese mismo tren que por mucho tiempo iba y venía a Cruz del Eje, donde Mery nació y se crió. Por iniciativa de un grupo de vecinos, ese tren abandonado por el Estado y que ahora llega sólo hasta Cosquín un par de veces al día, tiene la intención de volver al norte cordobés. Esas luchas que llevan una vida, pero que nunca sean abandonan.

La vida de esta cantora también fue y es una lucha, en la que la música terminó siendo el faro que la iluminó siempre. “Me brindó prácticamente todo lo que soy y todo lo que tengo. Me dio fuerzas, me amparó, me cobijó, me acompañó. Me alimenta,  al estómago y al espíritu. Me proyecta, me inmortaliza, me traspasa y me modifica. Le doy mi tiempo, mis lágrimas, mis noches, mis sueños”, supo decir hace un tiempo, una declaración que podría ubicarse como postulado en su biografía.

Y la música siempre la acompañó, desde muy pequeña, porque estaba en la familia y sobre todo en la rama femenina. Su madre y sus tías eran apasionadas por el folklore y el tango, el otro gran mundo con el que Mery siempre coqueteó y del que hace poco tiempo forma parte oficialmente como cantante estable de la Orquesta de Música Ciudadana de la provincia tras un concurso, de esos que parecían imposibles.

“Tengo dos recuerdos iniciáticos con el canto, dos primeras veces. Cuando tenía siete años junto a mi hermana que ahora es monja, en una escuelita de Milagro, en el sur de La Rioja, en una función a beneficio. Canté el bolero tradicional Las golondrinas. El un segundo momento, algún tiempo después, a mediados de los 80, cuando interpreté a Heydi en una comedia musical en el teatro de mi ciudad natal. Lo que más recuerdo es ese regocijo por el aplauso y que no me avergonzó cantar en público”, rememora mientras viaja para una presentación con la mencionada Orquesta en el recientemente reinaugurado coliseo mayor de Córdoba.

Igualmente, a la voz de Murúa no le importan los escenarios, ya que se entrega por completo tanto en el teatro que recibió hace pocas semanas las pompas de los reyes de España o en un patio regado de vino en Carlos Paz, Chilecito o Unquillo, la localidad de las Sierras Chicas que eligió como tantos otros artistas como su lugar en el mundo.

La vida cambió repentinamente a mediados de los 90: Mery fue madre de Juan, en el momento en que comenzaba a dar sus primeros pasos en el circuito de la música. Como toda mamá joven y soltera, se enfrentó contras los prejuicios y las dificultades. Probó suerte en España, donde como tantos otros compatriotas sobrevivió a los años de crisis post 2001 y se presentó en cuanto escenario se dispusiera a escuchar (o no) su voz que se curtió como nunca. Las Islas Canarias fueron un paisaje de esa estadía, un lugar que la artista recuerda muy especialmente.

 

Debut y sociedad clave

Aunque grabó un disco en España que se llamó Canciones argentinas, a su regreso llegó el primero “oficial”, titulado con su nombre y publicado en 2010. “Comencé el proceso en un momento muy extraño de mi vida. Se había muerto mi madre hace poquito… Sus discos de Cafrune y Julio Sosa fueron un tesoro. El tango era materia muy de ella. No me animé a cantarlo sólo hasta hace poco”, contaba por aquellos años.

En ese registro se entreveran grandes clásicos del Chango Rodríguez (justamente De mi madre y Luna cautiva), del cancionero tanguero (Che bandoneón, Nada) y algunas perlas como las versiones de Eu te amo de Chico Buarque o de Cómo fue del cubano Benny Moré.

Por eso años sucedió un encuentro que modificó todo, cuando nació su unión artística con el guitarrista Horacio Burgos. Todo comenzó en un lugar llamado Ruido de Fondo, un bar de la zona de Alta Córdoba que era lugar de encuentro por ese entonces. “Horacio me invitó al escenario y cantamos Zamba azul, de Armando Tejada Gómez y Tito Francia”, recuerda Murúa. Ese tema fue el que eligieron para abrir Roble, el disco a dúo que publicaron hace dos años para celebrar una década trabajando juntos.

“La Mery canta con una respiración rítmica que es la que yo siento; es como si fuera una prolongación de la manera en que a mí me gustaría cantar. Zanjando las distancias, Paco de Lucía y Camarón de Isla decían que la clave de su encuentro es que para uno el otro cantaba como a él le hubiera gustado cantar, y al otro, tocar la guitarra como su compañero. Y era así: uno toca como si cantara y el otro canta como si tocara”, fue la comparación que alguna vez usó el Burgos (como a la cantora le gusta nombrarlo). Tan osada y acertada como su manera de tocar la guitarra.

https://www.youtube.com/watch?v=tdpvirVc7Ac

Después de la gran aventura que significó participar de ese documental al estilo road-movie titulado La 40, una producción que se vio por tevé abierta y que reunió a artistas diversos durante 40 días recorriendo la Argentina de norte a sur por esa emblemática ruta, llegó Acacia (2013), un disco en el que se dio el gran gusto de grabar en un entorno natural, un pequeño montecito copado por esos árboles tan particulares en el fondo de su anterior casa de Unquillo.

https://www.youtube.com/watch?v=uQ3EqQMxASU

“Lo hicimos en un solo día, desde las 10 de la mañana hasta las 12 de la noche”, recuerda como una gran quijotada ya que hubo que llevar trasladar todos los equipos e instrumentos a un lugar de difícil a acceso. Eso sí: valió la pena, porque el resultado al desandar ese material es cautivante. Allí se escuchan los pájaros y los grillos como mar de fondo, mientras Mery brilla en la cueca cuyana Remolinos o la Zamba del duraznillo, por citar sólo dos ejemplos. Acacia rindió también sus frutos, ya que después de agotar su primera tirada fue reeditado años después y hasta publicado en una versión japonesa, algo impensado en aquel tiempo.

 

Mery Compositora

La gran novedad allí es su debut como compositora, una vidala llamada En el nombre del hijo que justamente tiene que ver con su experiencia en ese viaje. «La escribí cuando filmábamos el documental de la ruta 40 y surgió al hablar con algunas campesinas de la Puna. ‘Antes nos decían indios, luego aborígenes, ahora pueblos originarios, pero nada ha cambiado’, me dijo una de ellas». Mucho tenía que ver también su momento personal, ya que había nacido su hija Violeta y Juan, con 17 años, comenzaba a dar sus primeros pasos “en serio” con la guitarra.

“En ese tiempo fue que me animé a invitarlo al Juan para que acompañe en un escenario. Fue difícil sentir el llamado, por esa cuestión de madre de no querer exponerlo. La primera vez me acuerdo que hicimos una canción de Cartola”, recuerda citando al gran compositor brasileño. “Luego me di cuenta que el necesitaba que yo lo fogonee un poco y empezamos a transitar juntos. Pero hace muy poquito recién hicimos un espectáculo completo con él. Es una sensación que no sé si puedo explicar con palabras. Realmente es maravilloso compartir la música con tu hijo en un lenguaje que nos une. El placer por la misma música, que le también la manifiesta en su propio proyecto, Uyuni”, relata Murúa en tiempo presente.

Después del mencionado y consagratorio Sal (2016), llegaría su participación en un exquisito homenaje a María Elena Walsh que repitió en varias ocasiones, su desembarco en los grandes festivales con la decantación de aquel proyecto decisivo llamado Palabración de la tierra (que ella misma bautizó) junto a sus coterráneos Paola Bernal, Juan Iñaki y José Luis Aguirre, que incluyó presentaciones consagratorias en el mítico Comedor Universitario de Córdoba, el Festival de Cosquín y el Encuentro de Músicas de Provincia en el CCK porteño.

“Mery Murúa es esa mujer que se ha puesto de pie y avanza hasta la orilla del escenario para tender su voz como mano al encuentro de la mano hecha voz de la gente que la celebra y canta. Es esa cantora que se trajo la sal de los días blancos bajo la luz de su paisaje original, la intuición de amanecer como espada con la que se dispersan las sombras. Es esa mujer que ha reído, bromeado; que se ha abrazado al afecto por sus compañeros–hermanos de la música. Y es esa cantora que por algún momento ha cerrado los ojos y, afinando su temperamento a lo que las palabras dicen, sienten, dio notas profundas del sentido de lo cantado”, decía Alejandro Mareco en una crónica de la presentación de Sal en un Teatro Real en el que la acompañaron Franco Luciani, el “Mono” Izarrualde y el grupo flamenco Alma Mora, este último para una arrojada versión de Luna de Tartagal. Todos ellos también habían participado de aquella grabación del disco en vivo, un formato que le sienta de maravillas, a esta altura casi una obviedad.

https://www.youtube.com/watch?v=a6M5JSbhpTQ

Hoy, Mery cranea próximos proyectos dentro de una nueva etapa de su vida y sigue defendiendo su lugar tan bien ganado en la escena de la música popular, pero siempre pensando en la construcción colectiva. “Siempre estoy peleando por que la música deje de tener esta cuestión de una competencia. Yo puedo decir que la música me salvó la vida. Y me puso en los lugares que fueron los mejores para mí y para los que quiero. Siempre. Entonces, no pienso en una impronta personal, siento que mientras más seamos haciendo arte, mejor va a ser el mundo. Y me hace feliz que cada vez seamos más las mujeres que decimos ‘acá estamos’ y creo que tenemos que ser más”, dijo hace un tiempo la cantora en otra declaración de principios. Esperemos que así sea.

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*Cantoras de ahora es una serie de notas que contarán la historia de artistas mujeres referentes y emergentes de la música popular de este tiempo. Por Andrés Fundunklian
PH tapa: Sergio Manes
Edición Mariela Balbazoni

 

 

 

3 comentarios para “Cantoras de ahora | Shhhh… Silencio, que canta la Mery Murúa . Por Andrés Fundunklian

  1. Pablo dice:

    Parte de un párrafo de repite.
    Muy buena nota, bien amplia

    1. zas_comunicacion dice:

      Gracias Pablo por avisar! Fue corregido!

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